Cuando la única herramienta que posees es un martillo, tiendes a ver todos tus problemas como si fueran un clavo.
El significado es bastante obvio.
En esta frase yo quiero hacer un ligero matiz de interpretación. Imaginemos que no disponemos sólo de un martillo. Disponemos de un martillo, un destornillador y un destornillador automático, de esos que se cargan de batería y atornillan sólos. Qué maravilla.
Pero hete aquí que un buen día aprendimos a utilizar el martillo. Y aprendimos que golpeando sobre la cabeza de los clavos aquello era increíblemente efectivo. En tan sólo unos segundos cualquier clavo... cualquier tipo de clavo sería inmediatamente colocado en su sitio a base de algunos golpes, más suaves o más fuertes.
Nos pareció tan maravilloso que incluso llegamos a pensar: "¿quién necesita un destornillador?". Quizás incluso llegamos a pensar que era demasiado complejo y que el proceso de aprendizaje de la nueva herramienta no afectaría en nada a nuestra productividad como artesanos.
Pero benditos sean los inquietos. Hubo un ingeniero que pensó que el clavo no era la solución para todos los problemas. Inventó el tornillo, y pensó que dos cosas quedarían mejor sujetas por un tornillo que por un clavo.
Nosotros lo vimos y pensamos... oh, muy bien. Maravilloso el invento. Pero tranquilo, yo tengo mi martillo. No tardo segundos como antes, pero con un poco más de fuerza sobre la cabeza del tornillo en un par de minutos está colocado sin problemas. Y no he tenido que aprender nada más.
Si el ingeniero que inventó el tornillo hubiera sido tan pasivo como nosotros... no existiría el tornillo. Todo serían clavos y todo serían martillos, y los tablones de un mueble estarían pegados con clavos (o con remaches!!) y tendríamos que cambiarlos cada año.
Hay que ser inquietos. Hay que preguntarse qué se puede mejorar. Si nos vale con nuestro conocimiento, podremos clavar tornillos con nuestro martillo, pero la madera sufrirá daños, no todos los tornillos se colocarán bien, tardaremos más en hacerlo (aunque sea poco más) y lo peor de todo... nuestro trabajo se convertirá en una rutina inaguantable.
Debemos aceptar que aprender a manejar el destornillador, o el destornillador automático, no será un proceso de aprendizaje mucho más duro que el del martillo. De hecho ya sabemos utilizar el martillo, con lo que será un aprendizaje aditivo. Incluso podremos integrar las dos herramientas a la hora de buscar soluciones. Para colocar un tornillo clavamos levemente el tornillo con un suave golpe de martillo y luego atornillamos con fuerza con el destornillador. Oh, dios mio, esto de la tecnología es alucinante.
Saber utilizar nuevas herramientas nos permitirá solucionar más problemas. Nos permitirá comprender más problemas. Pero cuidado. Hay teletiendas que venden muy bien herramientas de bricomanía empaquetadas que parecen ser la solución para todos los problemas. Martillos del futuro. Eso no existe. Es muy importante conocer las bondades y las limitaciones de nuestros productos, de nuestras herramientas, de nuestros entornos de trabajo. Convivir con ellas y saber compararlas con las nuevas que podemos (podríamos) adquirir. Son procesos quizás tediosos, pero con los que sin duda es apasionante y se obtienen beneficios notables.
En Yerbabuena Software conocemos perfectamente las limitaciones y por supuesto las bondades de nuestros productos y, sobre todo, de las tecnologías que utilizamos y de los entornos en los que trabajamos. Y por ello disponemos de Planes de Estrategia Tecnológica orientados a evitar el sedentarismo de nuestro conocimiento y la obsolescencia de nuestros productos.

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