Los productos Athento y Nuxeo han sido elegidos por la Dirección General de Tráfico, mediante concurso, para implantar un sistema de gestión documental conforme a los requerimientos del organismo y pudiendo llegar a soportar más de 150 millones de documentos y expedientes, con un importe superior al medio millón de euros.
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Las tradicionales colas en los bancos, las congestiones cada año para la presentación de la renta, el tedioso proceso de solicitar una vida laboral, el tener que encontrarse cara a cara para la firma de un negocio y, sobre todo, montañas de papeles, amenazan con desaparecer. Vivimos en la era digital, y esto significa que somos ciudadanos con menos tiempo, pero con más recursos tecnológicos para gestionar nuestras labores con mayor velocidad, eficiencia y fiabilidad.
Uno de los recursos que han permitido que podamos disfrutar de posibilidades como las anteriormente nombradas es la firma digital. Desde el año 1995, España se encuentra inmersa en un proceso de digitalización, con un fuerte énfasis en la certificación electrónica impulsada desde empresas como Banesto y desde el seno de la comunidad académica española. Este esfuerzo de investigación y modernización, recibiría un fuerte apoyo desde las instituciones públicas, hasta conseguirse en 2003 la ley 59 de Firma Electrónica, que busca “potenciar el crecimiento y la competitividad de la economía española mediante el rápido establecimiento de un marco jurídico para la utilización de una herramienta que aporta confianza en la realización de transacciones electrónicas en redes abiertas como es el caso de Internet”.
¿Y qué es realmente una firma digital?
Una firma digital no es otra cosa que una secuencia de caracteres que se adjunta al final del cuerpo del mensaje que se pretende transmitir bajo firma. Nos ofrece la posibilidad de informar, dar fe y/o manifestar una voluntad con total validez y seguridad, sin necesidad de encontrarnos de cuerpo presente para estampar sobre un papel nuestra firma manuscrita.
Una firma digital permite identificar inequívocamente a la persona que emite el mensaje, tener la certeza de que el mensaje se encuentra exactamente igual que como fue emitido al momento de su recepción y que el firmante no tenga la posibilidad de negar el haber firmado el documento. Es decir, una firma digital otorga identidad e integridad a un documento y evita su repudiación en origen.
Para que esto sea posible, la firma digital se vale de un sistema criptográfico asimétrico y de funciones hash. La función hash tiene que ver con la extensión del mensaje. Aplicando este tipo de funciones se resume el contenido del mensaje antes de ser cifrado; esto es mucho más eficiente que cifrar los mensajes completos. Posteriormente, el sistema criptográfico permite cifrar el mensaje empleando una clave pública y otra privada. El funcionamiento, teóricamente, es bastante simple: El emisor cifra el mensaje mediante una clave privada de su propiedad y lo envía un receptor. Dicho receptor descifra el mensaje recibido a través de la clave pública de A.
Estas dos operaciones garantizan la integridad y no repudiación en origen del documento, pero sigue habiendo otro asunto por solucionar: ¿Cómo garantizar la identidad del emisor del mensaje? Pues para esto debe intervenir un tercero. Ese tercero es llamado Prestador de Servicio de Certificación y su trabajo es emitir un certificado de clave pública que contiene los datos de identidad del propietario del certificado (emisor de los mensajes), la firma que tendrá el emisor y su propia firma, que avala la validez del certificado.
Gracias a este sencillo proceso, los usuarios contamos con un sistema fiable de firma digital que nos permite identificarnos para acceder a los servicios que prestan otras empresas, cerrar negocios, realizar trámites administrativos, entre otras diligencias que nos exige y nos facilita a su vez, la era digital.
Pero, ¿Es importante sumarnos al uso de la firma digital? ¿Hacia dónde va el uso de las firmas electrónicas?
En octubre de 2009, el INE hizo públicas unas estadísticas en las que se hablaba de que 8,6 millones de españoles entre 16 y 74 años de edad ya contaban con un DNI electrónico y/o algún otro certificado de firma digital. Sólo en Andalucía, para el primer trimestre de 2009 se habían emitido 620.000 certificados digitales. El Colegio Oficial de Caminos Canales y Puertos, el Consejo General de la Abogacía Española, y los notarios españoles, estos últimos con su Firma Electrónica Avanzada Notarial, son algunos de los grandes conglomerados profesionales que ya cuentan con la firma digital totalmente integrada a su diario quehacer.
A nivel de empresa privada, aquellas empresas que se han sumado a la gestión documental, dejando de lado toneladas de documentos físicos, son un sector que demanda y que requiere que sus documentos almacenados digitalmente no carezcan de la validez que poseían los papeles en los que antaño estampaba su firma manuscrita el responsable o gerente.
Es indudable, pues, que este sector se halla en pleno crecimiento. La administración planea la expedición de 6 millones de certificados al año y es que las posibilidades tanto para empresas privadas, públicas y ciudadanos no vislumbran un horizonte cercano: firmar documentos desde el móvil, emitir facturas electrónicas, matricular telemáticamente su vehículo, compatibilizar sistemas de transmisión de video codificado, la firma de software por sus empresas desarrolladoras, el SET (Secure Electronics Transations) de Visa y de Mastercard que usa firma digital para identificar a los intervinientes en transacciones fiancieras, etc.
En Yerbabuena Software, consientes del derrotero que toma el futuro, hemos incorporado activamente a nuestros servicios el uso de la firma digital, y con toda la confianza que otorga el trabajo bien hecho, nos permitimos ofrecer a nuestros clientes la oportunidad de sumarse al disfrute de todas estas nuevas posibilidades.
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